miércoles, 21 de abril de 2010

Volcán Eyjafjallajökull


Después de cerrar el Bar a las 3 de la mañana, llego a casa y me pongo a hacer la maleta, tenía que coger el tren a las 6 de la mañana con destino Pisa. Después de 4 horas de tren entre paginas de Dan Brown y cabezadas, llegué a la estación Central de Pisa. Eran las 10 de la mañana quedaban 4 horas hasta que mi avión despegara con destino Gran Canaria, así que con la maleta de menos de 10 kg - que es lo que permite Ryanair - empecé a pasear por las calles de esa pequeña ciudad de la toscana hasta llegar a la a Piazza dei Miracolia donde se encuentra el baptisterio, el impresionante Duomo y su famoso campanario, la torre inclinada de Pisa.
Después de disfrutar un poco de Pisa, volví a la estación central para dirigirme al aeropuerto, donde observe que todos los vuelos estaban cancelados debido al volcán subterráneo que había entrado en erupción pocos días antes. Algo cansado y con la nostalgia que tienen los viajes de vuelta a casa cogí el tren con destino a Florencia a ver a Paris, para intentar sentirme lo más cercano posible a casa e intentando hacerme la idea de que esa noche no dormiría en mi cama. Después de desayunar con ellos a las 3 de la tarde y estar un rato tirados volví a la estación de Santa Maria Novella para coger el tren regional que me dejaría en Roma. Como siempre los viajes de tren están llenos de anécdotas, de personas sin nombre que pareces llegar a conocer sólo en las 4 horas de trayecto que dura el tren, la persona de este viaje era una viejita adorable que consiguió subirme la moral.
A las 11 de la noche para la sorpresa de mi familia romana llegue a casa, aunque quizás mi mente estuviera muy lejos de Roma. Agradezco desde aquí al Volcán Eyjafjallajökull y las lineas aereas Ryanair que me han permitido viajar por la toscana, en tren.

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