Después de pasar la mañana esquiando y comer como dioses en casa de Julia, cogimos el "party bus" y nos fuimos con casi toda su familia a un pequeña rincón de Austria. Llevaba nevando varios días y las carreteras secundarias estaban totalmente heladas, logicamente ibamos sin cadenas y tuvimos que bajarnos a empujar un par de veces. Después de la aventura en furgoneta por la nieve y una hora de subida por un pequeño camino en mitad de ninguna parte, cruzando bosque, llegamos a una Taberna de Montaña. Allí, después de tomarnos un tentenpié, que nos supo a gloria, nos esperaban los "sledges". Cerca de 20 personas, ansiosas de velocidad y algo kamikazes, empezamos a bajar por la colina por la que habiamos subido, 10 minutos intensos de bajada en trineo con trazadas en la nieve, empujones y todo tipo de juego sucio. Llegamos abajo muertos de la risa y con un poco más de nieve de lo normal, increible. Esto lo repetiremos algun día, ¡seguro!.
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